Viernes 19 de noviembre de 2010

PROGRAMA:


20:00 horas: Basílica de Santa María in Vía Lata 

 
Ponencia: Una nueva primavera Eucarística -con particular referencia a los movimientos eclesiales u nuevas comunidades

Ponente:  Don Guzmán Carriquiry Lecour
                                   Subsecretario Consejo Pontificio para los Laicos 

 21:00 horas: Basílica de Santa María in Vía Lata


 Vísperas, Santa Misa, Vigilia Eucarística. 

                    Preside: Excmo. y Rvdmo. Arzobispo Piero Marini

 Presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales.


 


UNA NUEVA PRIMAVERA EUCARÍSTICA. -Con partiular referencia a los movimientos eclesiales y nuevas comunidades. 


Don GUZMÁN CARRIQUIRY LECOUR 
                  
Subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos. 

 

Un bicentenario significativo

     Me es muy grato presidir este momento de reflexión en el cuadro de los actos conmemorativos del bicentenario de la fundación de la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento en Roma. Y es bueno que festejemos este bicentenario precisamente aquí, en la Iglesia de Santa María in via Lata, en donde nace en 1810 esta forma de piedad eucarística por iniciativa de su canónico coadjutor de entonces, como gesto de amor, sacrificio y expiación, en comunión con la Iglesia universal, ante la trágica situación de la cautividad de Papa Pío VII por parte de Napoleón Bonaparte. 

     De la irradiación universal de esta experiencia de piedad eucarística, que fue reuniendo millones de personas en todo el mundo que han dedicado regularmente una parte de las horas nocturnas a adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento, nació después la Asociación de la Adoración Nocturna, cuya preciosa tradición está ahora representada y promovida por vuestra Federación Mundial de las Obras Eucarísticas de la Iglesia, reconocida y alabada por la Santa Sede.  Leer completa



Homilia:      
Monseñor Arzobispo PIERO MARINI 
                 Presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarístos Internacionales. 

 

     I. Dónde, cuándo, porqué, cómo.

     Esta celebración encuentra su marco en los actos organizados por laFederación Mundial de las Obras Eucarísticas para conmemorar elbicentenario de la fundación de la Adoración Nocturna.

     Antes de centrarnos sobre los textos bíblicos y sobre la importancia de la adoración como acto de amor hacia el misterio de la Eucaristía, quiero presentarles cuatro adverbios: “dónde, cuándo, porqué y cómo”. Éstos suscitan inevitables preguntas que sirven para contestualizar y entender el acontecimiento que celebramos.

     Dónde.

     Estamos celebrando la Eucaristía en la iglesia de Santa María in via Lata. Nos encontramos en un famoso centro de culto mariano, ecuménico y eucarístico. Cada día desde las cinco de la tarde hasta las diez y media de la noche la iglesia está abierta para los fieles que quieren adorar la Eucaristía más allá de la Misa. Además del Rector, don Franco, y de su hermano, don Sandro, el culto es atendido por las religiosas Hijas de la Iglesia, fundadas por la venerable María Oliva Bonaldo y por el padre Ernanno Maria Toniolo, siervo de María.

     Cuándo.

     La elección de esta iglesia por parte de la Federación mundial de las obras Eucarísticas está estrechamente ligada al “cuándo”, es decir al tiempo. Justo en 1810 nace la Adoración Eucarística Nocturna como forma asociativa que aun hoy conocemos. En el atrio de esta iglesia se puede leer una lápida colocada en 1910 recordando tal evento. Y en estos días exactamente se cumple pues el bicentenario de aquel inicio. Estamos pues aquí para recordar el “cuándo”.

     Porqué.

     ¿Porqué hemos venido aquí? No para recordar el pasado, sino para vivir un acontecimiento presente que nos afecta ahora. Estamos aquí para vivir el misterio de Cristo, escuchar su palabra y adorarlo en la Eucaristía. La respuesta a los interrogantes sobre el porqué trasciende siempre a lo planteado por el dónde y el cuándo, es decir, al espacio y al tiempo.

     Cómo.

     La pregunta sobre cómo estamos aquí interpela nuestras disposiciones interiores. Nos recuerda sin lugar a dudas nuestros pecados, nuestro apartarnos del camino, nuestra soledad, pero también el hambre que tenemos de comunión con Dios y con los hermanos. El cómo nos invita a considerar: ¿como estamos? ¿como queremos estar? ¿como tendríamos que estar?

 

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