Sábado 20 de noviembre de 2010

PROGRAMA:

20:00 horas: Parroquia San Gioacchino in Prati
                    Ponencia: La devoción y el amor eucarístico de los Fundadores. La caridad intelectual.                                    Don Luis de Trelles y Noguerol 
                    Ponente:  Monseñor Francisco-Javier Froján Madero 
21:00 horas: Parroquia San Gioacchino in Prati 
                    Vísperas, Santa Misa, Vigilia Eucarística. 
                    Preside: Emmo. y Rvdmo. Cardenal Antonio Cañizares Llovera 
                                 Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los                                  Sacramentos.






LA DEVOCIÓN Y EL AMOR EUCARÍSTICO DE LOS FUNDADORES. 
LA CARIDAD INTELECTURAL. DON LUIS DE TRELLES Y NOGUEROL

 
Monseñor FRANCISCO-JAVIER FROJÁN MADERO: 

 Relaciones con los Estados (Secretaría de Estado)

Postulador de la Causa de Canonización de Don Luis de trelles y Noguerol

 

          La Iglesia vive de la eucaristía. La eucaristía es el centro neurálgico de la vida eclesial, el Mysterium fidei que superando la razón humana, puede ser solamente acogido por la fe y ante el cual solo caben las palabras de santo Tomás de Aquino: Adoro te devote, latens Deitas.

         Este Misterio de amor, que acontece en la Santa Misa, puede prolongarse e intensificarse a través del acto más grande de adoración de la Iglesia. Decía San Agustín: nemo autem illam carnem manducat, nisi prius adoraverit. Es decir, nadie come de esta carne sin antes adorarla. 

          Pero ¿cómo se podrá entender la vida de la Iglesia, el misterio eucarístico que la nutre, la adoración que quiere y merece, y la comunión que nosotros no merecemos pero sí necesitamos sin entender, sin comprender, sin conocer intelectualmente toda esa serie de misterios? ¿Y cómo los conoceremos sin que alguien nos los explique desde la infancia? ¿Y quién asumirá esa tarea de hacer caridad intelectual en una época de campiña globalizada y de escasez de vocaciones consagradas, sino los laicos? Afortunadamente Dios los manda. 

 

Documentación


Homilia:      «JESUCRISTO REY» 
Emmo. y Rvdmo. Cardenal Antonio Cañizares Llovera 

Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los sacramentos.

 

          En este último domingo del año litúrgico celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. La Palabra de Dios hoy nos muestra el porqué de esta realeza de Jesucristo: Él es el sentido de la vida y de la historia, criterio y medida de todo, Juez de todo, por el amor, la misericordia y el perdón. Hoy, nosotros, con la Iglesia desde los tiempos antiguos, proclamamos a Jesucristo Rey y Señor de todo lo creado. Como en los tiempos antiguos y en tiempos no lejanos, cuando ideales sin amor se imponían o tratan de imponerse, fascinaban o intentan fascinar a nivel de Absoluto, con la Iglesia, renovamos la proclamación de Jesucristo-Rey-Señor. Nuestro honor y gozo es reconocer como único Señor a quien así ama a los hombres, sin límites, y les enseña a amar y perdonar, y promete la gloria y el paraíso que es la felicidad suprema: estar junto a Dios Al reconocer a Jesucristo "Rey y Señor", como los antiguos cristianos, aspiramos aun mundo más humano gracias a su divina y universal Presencia, que es amor y misericordia. Celebramos esta fiesta dando gracias por el centenario de la Adoración Nocturna en Roma, con la presencia de adoradores venidos de todas partes. En la adoración reconocernos al Señor, Jesucristo, realmente presente en el sacramento del altar. Postrándonos ante Él, adorándole en vigilia de adoración lo proclamamos Señor y Rey de todo lo creado, sólo en Él está la salvación, en Él, Dios con nosotros, encontramos, reconocemos y adoramos la eterna misericordia de Dios.

          Adorar, de alguna manera, es entregarse a Él, es reconocer que somos de Él y para Él, es ofrecerse a Él; es dejar que Él viva en nosotros y sea nuestro Dueño y Señor; es abrir el corazón de cada uno y de la Iglesia a Jesús, para que Él, su perdón, su gracia, y su redención que tanto necesitamos entre en nuestra casa, en nuestras personas, en nuestras vidas, y viva ahí, tome posesión; adorar es estar dispuesto a que, unidos completamente a Jesucristo, nuestro querer, pensar y vivir, esté dentro de querer, pensar y vivir de Cristo que se revelan plenamente en la cruz, y sea Él quien viva en nosotros, actúe en nosotros, piense en nosotros, imprima sus criterios de juicio y actúen, para que vivamos como Él vivió, que por su amor misericordioso y redentor, ha hecho nuevas todas las cosas.

 

Documentación